Sonia y la tía Adalguisa |
Quizá no sea la foto adecuada, pero nos sirve para exponer nuestro pesar cuando alguien de la familia nos abandona e ingresa al mundo de Dios, al tan esperado lugar de los justos. Las damas son mi sobrina Sonia y que posa con su tía Adalguisa Bernales, mi querida cuñada y que acaba de fallecer después de soportar el inexorable paso de los años y sus consecuencias. Se ha marchado al encuentro de sus hermanas Hilda y Antonieta. Tuvimos la suerte de disfrutar de su aprecio y nos quedan solamente aquellos recuerdos que jamás se borrarán de nuestra mente.
La tía Adalguisa supo pasar momentos prolongados en el seno de nuestra familia. Ella y su hermana Hilda, hace años ya fallecida, solían visitarnos y han sido momentos muy especiales que evoco con tristeza. Recibieron todo el cariño de nuestros hijos y siempre se les evoca con nostalgia. Los años que van pesando más en nuestras vidas, jugaron su papel y es así que estuvimos físicamente sin vernos. Gracias a nuestra sobrina Sonia Saldaña Bernales, teníamos referencia de ella.
Como si fuera ayer llega clara y limpiamente esa etapa en San Cayetano, una urbanización del centro limeño y en cuya casa éramos acogidos con beneplácito. Hilda, la mayor de mis cuñadas, fue muy hábil con la costura y así supo mantener a sus hijos y dejarles una herencia de virtudes. Adalguisa, que vivía a su lado, tenía una simpatía especial y fue para nosotros nuestra cuñada apreciada y con la que podíamos extremar bromas, cosas que a nadie aceptaba.
La vocación por el canto la sustraía. Hizo escuchar su voz por la radio y era socia de "El Sentir de los Barrios", una audición radial allá por los años 50 en diversas emisoras y que conducía su creador el colega Carlos Alvarado. Imagínense que allí se formó nada menos que Lucha Reyes y otros famosos vocalistas que han hecho historia en el cancionero criollo. De voz suave y melodiosa, Adalguisa era muy exigente en el acompañamiento y también la supimos secundar con nuestro acordeón.
La época que residían en Chancay, nos daba motivo a ir por esos lares y están vivos aquellos carnavales en los que disfrutábamos del juego sano y familiar. Siempre había una canción que entonar y disfrutar de la buena sazón que dominaba Hilda. Conservo grabaciones de tiempos felices y que con mi Antonieta sabíamos recordar con mucha nostalgia. Allí están sus voces y también las de "Pelón" y el "Sargento Risitas", dos de nuestros inolvidables sobrinos.
Todavía no nos reponemos de la ausencia de mi eterna novia y se suma la partida de mi gran cuñada Adalguisa. La despido en este viaje eterno con el mismo afecto que le tuve siempre. Nos queda el consuelo del reencuentro con sus hermanas y envío a sus sobrinos y la nueva generación que pasó a su lado, mi más sentido pesar. Morirá cuando también partamos al obligado descanso. Dios la cuide. Mil oraciones por su espíritu. DESCANSA EN PAZ, ADALGUISA. Gracias.
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