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domingo, 22 de junio de 2014

LA LOCUCIÓN PERUANA ESTÁ DE DUELO. FALLECIÓ JUAN FELIPE MONTOYA ZEVALLOS.


Con honda pena hemos recibido la noticia de la sensible desaparición de quien fuera uno de los más brillantes locutores del Perú: Juan Felipe Montoya Zevallos. Ha ocurrido su deceso hoy Domingo 22 de Junio de 2014 y nos enteramos gracias a nuestra informante, Celeste Acosta Román, hija del gran compositor criollo Manuel Acosta Ojeda. La cito, porque el miércoles 17 estuvimos en su audición de Radio Nacional del Perú, "El Heraldo Musical", en una entrevista que evocaba tiempos pasados de la radio.


Fallece Juan Felipe, superando los 90 años de edad. Toda una vida ligado al mundo que hizo suyo. Además de locutor, un gran actor de radioteatro, buen comediante de notables actuaciones con Augusto Ferrando y su famosa "Peña Criolla". Nació un 26 de Mayo en esta Lima y deja una huella imborrable de su actividad en el mundo del arte. Gran ilustrador de la música culta con sus programas dedicados a difundir la música de los Grandes Maestros. Erudito y muy versado en la poesía lírica. Buen declamador de voz dramática.


Para quienes lo recuerden, fue la voz característica de Radio Victoria y a la que identificaba con el fondo musical de la famosa Quinta Sinfonía de Beethoven. Una larga trayectoria artística que culminó siendo parte del elenco de locutores de Radio Nacional del Perú hasta su jubilación. No obstante su retiro oficial de la radio, permaneció fiel a esta emisora a la que llegaba siempre, como si de esta manera podría permanecer en lo que fue su vida, entregada con abnegación al mundo del micrófono.


Nos ligó a él nuestro inicio en la radio. Fue quien convocó el siglo pasado y allá por la década de 1950, un concurso buscando nuevas voces para Radio Victoria. Allí participamos y tuvimos la suerte de pasar las exigentes pruebas propuestas por Don José Eduardo Cavero Andrade, su propietario, quien nos aprobó y marcó así el comienzo de nuestra carrera profesional. Desde 1954 mantuvimos una respetable amistad y que se prolongó hasta sus últimos años de existencia. Siempre fuimos agradecidos a su gestión.


En 1994 y durante tres años, colaboró en nuestro programa "Musiencuentros" en Radio Nacional del Perú y que se convirtió en una especie de club radial que congregaba a las personas de la Tercera Edad. Fue tanto el éxito, que no recuerdo haber realizado antes un programa con tan buena sintonía. El otro componente y viejo amigo fue Juan José Ugaz Espejo. Más que trabajo, esta fue una manera de distraernos cuando la jubilación nos había alejado del micrófono. Realmene una cita de grandes amigos.


Sólo nos queda agregar que se nos va un referente de la época de oro de nuestra locución. Fallece sin desligarse de su pasión radial y que la mantuvo colaborando "ad honorem" en la emisora del Estado Peruano. Vivió solitario sus últimos años en el viejo edificio de la Av. Grau y desde allí, hacía su recorrido diario a Radio Nacional del Perú y en donde se mantuvo hasta que su destino marcó su retiro de este mundo. JUAN FELIPE MONTOYA ZEVALLOS: DESCANSA EN PAZ CON LA BENDICIÓN DE DIOS. Gracias.

domingo, 13 de abril de 2014

FALLECIO JUAN MASIAS SOLANO. MIS CONDOLENCIAS A SU HERMANO MANUEL, NUESTRO COMPADRE, Y FAMILIA.

Como todos nuestros blogs, este tiene un vinculación cercana a lo que ha sido nuestra historia. La que tiene relación con el fallecimiento del querido Juan Masías Solano nació en la década de 1960 y cuando residíamos en la Unidad Vecinal Nro. 3, lugar que está siempre presente en nosotros, porque allí pasó su niñez y juventud mi querida novia eterna Antonieta. Ya estábamos casados y había que ganarse el sustento de mil maneras. Fue ella la que nos dio la mano cuando empezó a darle pensión de comer a un grupo de muchachos universitarios de San Marcos.

Entre estos esforzados jóvenes conocimos al flaco Manuel Masías Solano, pleno de juventud y sueños por forjarse la carrera de abogado. Trabajaba en una imprenta y conocía los secretos del revelado fotográfico, parte de su "chamba" y en la que nos daba la mano. Llegaban puntuales al mediodía con él, entre los que recuerdo con nostalgia el "huanca" Carlos Santillán y que llegó a ser médico y luego hallaríamos ejerciendo su profesión en el Hospital de Policía, en la década de 1980 y cuando nuestro padre tuvo necesidad de internarse por motivos de salud.

No vamos a nombrar a todos, porque fueron muchos. Lo curioso fue que Manuel Masías, piurano y todavía conservando ese acento propio de los norteños como él, congenió con mi esposa y se hizo querer por mi familia. Así conoceríamos a su hermano Juan y tiempo después, cuando tuvo su compromiso con María Cabañas, nos hizo padrinos de Juan Manuel, el ahijado que estuvo presente para despedir a su madrina al viajar con destino a la Vida Eterna. Entenderán entonces que escribir estas palabras, tiene una connotación muy especial para nosotros.

Juanito, el hermano menor del flaco Manuel, estuvo ligado también a los Serván Bernales. Ya nos habíamos convertido en familia y alternábamos las visitas de hogar a hogar. Hubo una querencia real. Los años hicieron el milagro de la buena y verdadera amistad. Se había logrado un fuerte cimiento en el que se elevó un edificio de gran altura pleno de amor y cariño. Nuestras vidas jamás, en el ir y venir de los años, perdió relación. En particular, no he olvidado jamás esos primeros años de tratar a estos jóvenes amigos y haber logrado su respuesta casi de hijos.

Todavía no nos reponemos de nuestro inmenso dolor de perder a mi esposa y a la que ellos, todos, visitaran con Manuel Masías Solano antes de su fallecimiento. Y tuvimos ocasión de ver a Juan, tan igual a su hermano y que se convirtió en amigo y confidente del querido flaquito. Estuvieron en mi hogar con otros hermanos que no teníamos el gusto de conocer y también con el "ahijao" y al que, en esta etapa cibernética tengo el gusto de leerlo en sus dramas de hincha de la "U". ¡Cómo sufrió por su perrito, de igual destino y que partió a donde le corresponde ir.

Hemos sentido la "pegada" por la temprana desaparición de Juan Masías Solano. Surge en estas circunstancias un dolor sentimental, netamente familiar. Manuel radica en los Estados Unidos y fue a visitar a su hermano que radica en Piura. Me confesó desconsolado la triste verdad y no hubo mas que esperar lo que tenía que suceder. Ojalá se pudiera menguar aquel dolor. Es imposible. Sólo el tiempo lo acalla. Ya está al lado del Señor, de sus padres y de quienes lo antecedieron en este doloroso viaje al infinito. Juanito, querido muchachón: DESCANSA EN PAZ. Gracias.


jueves, 16 de enero de 2014

FALLECIO ADALGUISA BERNALES, NUESTRA QUERIDA Y EXTRAÑADA CUÑADA. UNA SEMBLANZA EN EL ADIOS.

Sonia y la tía Adalguisa
Quizá no sea la foto adecuada, pero nos sirve para exponer nuestro pesar cuando alguien de la familia nos abandona e ingresa al mundo de Dios, al tan esperado lugar de los justos. Las damas son mi sobrina Sonia y que posa con su tía Adalguisa Bernales, mi querida cuñada y que acaba de fallecer después de soportar el inexorable paso de los años y sus consecuencias. Se ha marchado al encuentro de sus hermanas Hilda y Antonieta. Tuvimos la suerte de disfrutar de su aprecio y nos quedan solamente aquellos recuerdos que jamás se borrarán de nuestra mente.

La tía Adalguisa supo pasar momentos prolongados en el seno de nuestra familia. Ella y su hermana Hilda, hace años ya fallecida, solían visitarnos y han sido momentos muy especiales que evoco con tristeza. Recibieron todo el cariño de nuestros hijos y siempre se les evoca con nostalgia. Los años que van pesando más en nuestras vidas, jugaron su papel y es así que estuvimos físicamente sin vernos. Gracias a nuestra sobrina Sonia Saldaña Bernales, teníamos referencia de ella.

Como si fuera ayer llega clara y limpiamente esa etapa en San Cayetano, una urbanización del centro limeño y en cuya casa éramos acogidos con beneplácito. Hilda, la mayor de mis cuñadas, fue muy hábil con la costura y así supo mantener a sus hijos y dejarles una herencia de virtudes. Adalguisa, que vivía a su lado, tenía una simpatía especial y fue para nosotros nuestra cuñada apreciada y con la que podíamos extremar bromas, cosas que a nadie aceptaba.

La vocación por el canto la sustraía. Hizo escuchar su voz por la radio y era socia de "El Sentir de los Barrios", una audición radial allá por los años 50 en diversas emisoras y que conducía su creador el colega Carlos Alvarado. Imagínense que allí se formó nada menos que Lucha Reyes y otros famosos vocalistas que han hecho historia en el cancionero criollo. De voz suave y melodiosa, Adalguisa era muy exigente en el acompañamiento y también la supimos secundar con nuestro acordeón.

La época que residían en Chancay, nos daba motivo a ir por esos lares y están vivos aquellos carnavales en los que disfrutábamos del juego sano y familiar. Siempre había una canción que entonar y disfrutar de la buena sazón que dominaba Hilda. Conservo grabaciones de tiempos felices y que con mi Antonieta sabíamos recordar con mucha nostalgia. Allí están sus voces y también las de "Pelón" y el "Sargento Risitas", dos de nuestros inolvidables sobrinos.

Todavía no nos reponemos de la ausencia de mi eterna novia y se suma la partida de mi gran cuñada Adalguisa. La despido en este viaje eterno con el mismo afecto que le tuve siempre. Nos queda el consuelo del reencuentro con sus hermanas y envío a sus sobrinos y la nueva generación que pasó a su lado, mi más sentido pesar. Morirá cuando también partamos al obligado descanso. Dios la cuide. Mil oraciones por su espíritu. DESCANSA EN PAZ, ADALGUISA. Gracias.