
Entre estos esforzados jóvenes conocimos al flaco Manuel Masías Solano, pleno de juventud y sueños por forjarse la carrera de abogado. Trabajaba en una imprenta y conocía los secretos del revelado fotográfico, parte de su "chamba" y en la que nos daba la mano. Llegaban puntuales al mediodía con él, entre los que recuerdo con nostalgia el "huanca" Carlos Santillán y que llegó a ser médico y luego hallaríamos ejerciendo su profesión en el Hospital de Policía, en la década de 1980 y cuando nuestro padre tuvo necesidad de internarse por motivos de salud.

Juanito, el hermano menor del flaco Manuel, estuvo ligado también a los Serván Bernales. Ya nos habíamos convertido en familia y alternábamos las visitas de hogar a hogar. Hubo una querencia real. Los años hicieron el milagro de la buena y verdadera amistad. Se había logrado un fuerte cimiento en el que se elevó un edificio de gran altura pleno de amor y cariño. Nuestras vidas jamás, en el ir y venir de los años, perdió relación. En particular, no he olvidado jamás esos primeros años de tratar a estos jóvenes amigos y haber logrado su respuesta casi de hijos.

Hemos sentido la "pegada" por la temprana desaparición de Juan Masías Solano. Surge en estas circunstancias un dolor sentimental, netamente familiar. Manuel radica en los Estados Unidos y fue a visitar a su hermano que radica en Piura. Me confesó desconsolado la triste verdad y no hubo mas que esperar lo que tenía que suceder. Ojalá se pudiera menguar aquel dolor. Es imposible. Sólo el tiempo lo acalla. Ya está al lado del Señor, de sus padres y de quienes lo antecedieron en este doloroso viaje al infinito. Juanito, querido muchachón: DESCANSA EN PAZ. Gracias.